El tres de Enero hacía un año que Baskonia acababa de vender a Heurtel y se enfrentaba, precisamente, al club que lo había comprado: el Efes. En aquel partido, que inauguraba el 2015, el equipo, con Ibon Navarro en el banquillo, dejó escapar una victoria que, a la postre, le privó de jugar el TOP 8. Sin haber una mala entrada, el lleno ni se planteó. El ambiente era, digamos, templado y expectante: fuera ya de la copa, se querían ver las opciones plausible para evolucionar y poder alcanzar un puesto de play-off. Por si fuera poco, se estrenaba Adams, el enésimo base que fichaba el club desde la marcha de Prigioni, y el escepticismo que reinaba en el pabellón estaba emparejado con la ilusión que se albergaba. La derrota nos dejó un sabor amargo, pero vimos al menos trabajar y competir al equipo, vimos que el play-off seguía siendo un objetivo irrenunciable.
Ha pasado un año y, tras lo vivido el domingo en el Buesa, da la sensación de que ha transcurrido un siglo. Ante un pabellón repleto y exultante, que disfruta con el juego de sus bases, con la entrega de sus escoltas y aleros, y con el liderazgo de Bourousis, el Baskonia se impone con toda justicia al Real Madrid, certificando su pase a la copa del rey, y cuestión de tiempo es ya que lo haga como cabeza de serie. Ni un rato de relax y de disfrute se permitía Peras, quien en rueda de prensa confesaba estar pensando en el partido ante el Olympiakos.
¿Qué ha pasado en este año para que hayan cambiado tanto las tornas? Nada anormal diría yo. Lo extraordinario fue lo que aconteció desde el día que se despidió a Dusko hasta la fecha en que se contrató a Perasovic. Lo acaecido durante ese lapsus de tiempo es lo que resulta difícil de concebir a un baskonista.
Contar con un entrenador exigente, duro y entregado, con aspiraciones y con fe ha sido seña de identidad de este club desde que Querejeta es presidente: Brown, Comas, Scariolo, Dusko, Spahija… Perasovic.
Fichar jugadores que ofrezcan un rendimiento espectacular y comiencen a hacerse un nombre vistiendo la camiseta del Baskonia tampoco es nada nuevo: Nicola, Calderón, Scola, el Chapu, Spliter, Bjelica…Adams, James, Blazic, Hanga, Diop…
Realizar un fichaje estrella, que marca diferencias, se identifica con el club, concede liderazgo e imprime carácter sobre la cancha, era también otra de esas notas que nos distinguían: Rivas, Perasovic, Green, Oberto, Rako … Bourousis.
El apoyo de la afición, que convertía el “pequeño” pabellón Araba en una olla a presión y llevaba al equipo en volandas, ha vuelto a aparecer: 15544 espectadores el domingo ante el Madrid, superando el record de asistencia que el propio Baskonia ostentaba.
Todas esas señas de identidad que hoy podemos percibir son las que siempre han acompañado a nuestro equipo y por las cuales sus aficionados nos sentimos especialmente orgullosos de ser baskonistas. Vernos ahí, con el mismo número de victorias que el Madrid en liga tras 14 jornadas, clasificados para la copa por la puerta grande, en el TOP 16 y con la ilusión intacta por alcanzar los cuartos, aún en el grupo más difícil que se ha configurado en la historia de la Euroliga, es algo que no resulta para nada novedoso.
Por eso me sigo preguntando, ¿qué coño ha pasado las tres últimas temporadas para que estuviéramos a punto de olvidar quiénes éramos realmente?
Pues aunque lo sepa, que no lo tengo claro, prefiero quedarme con lo que sí está pasando este año.
Y pasa que tenemos un equipo tremendamente duro, que aun viéndose abajo en situaciones muy delicadas y ante equipos muy potentes, muestra la madurez necesaria para no perder el temple y volver a recuperar el pulso en el marcador.
Pasa que tenemos un conjunto plagado de jugadores solidarios, que no escaquean el más mínimo esfuerzo en defensa y que procuran en todo momento cubrir al compañero cuándo éste ha errado o ha sido superado.
Pasa que tenemos una escuadra con jugadores que poseen un gran talento ofensivo, que se divierten jugando a esto del basket, que no tienen vergüenza ni temor al fallo y que les gusta correr como diablos por la cancha para acabar con un alley oop al ser posible.
Pasa que tenemos un mariscal de campo como la copa de un pino, que lidera en la cancha y posee una mente de pivot privilegiada para obtener ventaja de cualquier posición en que se encuentre: anota, asiste, rebotea, tapona, fuerza personal, manda, ayuda…, y colecciona MVP como un numismático monedas.
Pasa que tenemos un entrenador de la casa, que conoce al club, que es honesto, trabajador, comprometido, ambicioso y que lleva el baloncesto en la sangre.
Pasa que la gente ha recuperado la ilusión, un tanto marchita por los sinsabores de los últimos años, pero que sólo estaba ahí, latente, esperando un par de toques para rugir de nuevo como antaño.
Pasa que el club está realizando un trabajo de marketing espectacular, consiguiendo todos los objetivos que se marca, por ambiciosos que parezcan, expresando en su quehacer plena conciencia de ser un club con una licencia A, apreciada, envidiada y muy ansiada por otros, y que debe mostrar al mercado que merece jugar al menos esos diez años por los que ha firmado en lo que será la segunda mejor liga del mundo.
En resumen, pasa que con Baskonia lo estamos pasando de puta madre y no estoy por la labor de que nada me empañe el disfrute de lo que estamos actualmente viviendo, por lo que no me digno a perder un segundo sobre lo que pudo acontecer en nuestro pretérito reciente.
Volvemos a ser exactamente lo que fuimos y con la ilusión de ir sacando partidos que nos empujen al TOP 8 y lleven lo más alto posible en liga ACB. Y, por supuesto, ojo con el Baskonia en La Coruña: que vayan los hosteleros haciendo acopio de Ribeiro y Albariño… y pulpo, mucho pulpo, que es la que le va a caer a cualquiera que se atreva a discutirnos que la copa del Rey 2016 tenga otro destino que no sea Vitoria. Hay que resarcirse de nuestra ausencia en Las Canarias y los gallegos y la copa nos lo van a agradecer.
Sileno